Se dice que los jóvenes siempre tienen energía, tiempo, ganas, disposición para hacer todo lo que queramos, sin embargo eso es una gran falacia.
Como sociedad se nos olvida que las y los jóvenes también tienen derecho a estar cansados, a enfermarse, a tener “achaques” y a no tener ganas de hacer las cosas.
No siempre deben ser los productivos o los incansables. Cuántas veces hemos escuchado o preguntado a algún adolescente: ¿pero de qué estás cansado?, ¿en serio te duele?, yo a tu edad no tenía esos dolores, tenía mucha energía y nunca me quejaba”.
Sin darnos cuenta, este tipo de expresiones suelen minimizar los dolores y/o emociones de la otra persona, como si no fuera válido quejarse de algún dolor, malestar, síntoma de fatiga, o como si manifestar cansancio fuera algo malo o peor aún, como si no pudieran tener esa licencia para estar mal física o emocionalmente.
Aunado a esto, de acuerdo con un estudio del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD) Eunice Kennedy Shriver, los adolescentes con dolor crónico, dolor persistente o recurrente durante un periodo prolongado, pueden tener menos probabilidades de graduarse de la preparatoria o de la universidad.
Por todo lo anterior, es fundamental que la salud de las niñas, niños y adolescentes sea tomada en serio.
Tomemos en cuenta también de que el año 2020 y este, debido a la pandemia, el solo hecho de pensar que algún familiar o amistad pudiera contagiarse (o nosotros mismos) causa estrés a diario a millones de personas, dicha situación, agota a cualquiera, ¿no es así?
Ni todos los jóvenes tienen vitalidad ni todos los jóvenes padecen dolores crónicos. Sin embargo, todas las personas son vulnerables y susceptibles a padecer alguna enfermedad o simplemente a sentir fatiga.